viernes, 3 de noviembre de 2017

NIÉGALO TODO!!!

Nuevos pensamientos desbordados...


Niégalo todo, porque no tienes porqué reconocer que hay cosas que te dañan, porque el dolor hay que evitarlo aunque cada vez aparezca más fiero e insoportable.

Niega que te equivocas, en este mundo de aspiraciones perfectas, filtros que subliman y apariencias fotocopiadas, no vas a ser tú quien vaya contra la corriente. Tú que no eres especial, para nada. Que no eres único, en absoluto.

Niégate porque tu pasado y presente no explican más que como nacieron tus heridas y la forma en que has cicatrizado. No hablan del futuro anhelado.

Di no a tratar de comprender quién eres porque no te interesa demostrar que eres vulnerable. Evita reconocer que eres humano porque lo perfecto, no puede parecerse a eso.

Elude cualquier pregunta sobre aquellos momentos en que sabes que has errado, porque nadie debe sospechar que puedes equivocarte; por qué dar la razón a otros, si en aquel momento no supiste ver que la tenían.

Niégate a crecer, niega la posibilidad de transformar tu hoy en un posible mejor mañana, niégalo todo si lo que realmente deseas es conformarte.

Sin embargo; si un pensamiento te incita a probar un cambio, a intentar mover las aguas que empiezan a estancarse... NIÉGATE A NEGARTE!!!!

jueves, 2 de noviembre de 2017

Adriana contra el hipo

Nuevos pensamientos desbordados...

Adriana es un bebé pequeñito. Ya en la barriga de su mamá el Señor Hipo conseguía entrar, siempre puntual, a eso de las 7 de la tarde.

Una vez que nació, ese señor continuaba con sus visitas pero cada día se iba haciendo más feo y poco a poco la pequeñita empezaba a enfadarse con esas inoportunas visitas.

Muchas fueron las personas que trataron de ayudar a la niña para que cesaran estos encuentros:

Sus padres se sentaron a hablar con el Señor Hipo, trataron de explicarles con calma que no era bien recibido en aquella casa. El papá es una persona muy conciliadora e intentó negociar con él, pero aquel tipo parecía no entrar en razón y se hacía cada vez más molesto. Ella era una experta luchadora contra las visitas de su Hipo particular, pero con la pequeña no funcionaba el truco de "beber al revés".

La abuelita llegó a despeluzar unas 4 mantas, haciendo pequeñas bolitas de pelusas que pegaba a salivazos en la frente de la desconcertada pequeña, que torcía la mirada buscando aquel punto y sumaba la molestia a los quejidos por su visitante maligno.

Llevaban meses de lucha y un buen día, decidieron unirse con algunos amigos par hacer un ritual que asustara al Señor Hipo, quien a esas alturas ya no respetaba horarios y se presentaba sin ser invitado varias veces al día y en algunas de ellas, se quedaba más tiempo del que la familia estaba dispuesta a soportar. Pero había un momento en el que nunca faltaba.

Eran las siete menos cinco y todo estaba preparada. A las siete en punto apareció, más feo que nunca.
El Señor Hipo era un tipo peludo, posiblemente se había nutrido de las pelusas de la abuela y se había puesto muy gordito. Sus ojos eran saltones y a cada susto que provocaba a Adriana trataba de que ella tuviera sus ojos, pero la pequeña luchaba entre el susto y el enfado. Con sus cortas piernas, el Señor Hipo saltaba sobre el pecho de la niña y parecía divertirse pero era el único que lo hacía.

Cuando ese enano malvado se confió, todos los amigos de Adriana junto a sus papás empezaron a cantar y la niña se sumó a aquel himno.

Hipo se sintió desconcertado, no sabía bien si debía saltar más lento, más rápido o fuera de aquel cuerpo pequeñito que había estado utilizando de colchoneta. Parecía asustado con aquella fiesta y los demás seguían cantando.

Poco a poco se fue haciendo pequeñito hasta que sin previo aviso... PUFFFF!!! desapareció.

La sala se convirtió en una auténtica fiesta. Besos y abrazos celebraban haber hecho desaparecer al molesto visitante.

Los siguientes días el Señor Hipo también trató de entrar en la guerra. Se mostró más duro, pasó horas sin aparecer, hizo breves visitas diarias y siempre recibió canciones y alegría cuando entraba en escena.

Adriana se dio cuenta de que cada vez el Señor Hipo parecía menos fiero y menos peludo. Aprendió, cuando recibía su visita, a ignorarlo y llenar sus horas de juegos y canciones, que le gustaba más que aquellos ratos de quejidos centrada en el Hipo.

Así, poco a poco, el molesto Señor se dio cuenta de que nunca conseguiría ser demasiado importante para la niña y aunque no se marchó para siempre, espació sus molestas visitas.

y colorín colorado... el Señor Hipo SE HA MARCHADO!!!!





domingo, 22 de octubre de 2017

DES- VESTIDOS

Nuevos pensamientos desbordados...


A menudo observo los vestidos de la gente, me encanta descubrir si van apretados, libres, forzados... a menudo miro también qué ropa llevo, valorar de qué me despojo o con qué me abrigo. A menudo, también siento que no puedo desnudarme sola, que me es complicado sacar la cabeza de algún disfraz.

Hay quien se viste de hielo sin darse cuenta de que este traje se derrite y que en poco tiempo quedará desnudo. No atienden a que el hielo quema y deja marcas en la piel que son difíciles de borrar.

También he visto fuegos, que queman a quien se acerca y que se crecen pues es lo que desean, sin ver que luego, apargarse lleva su tiempo y quizá no logren hacerlo cuando deseen, cuando lo esperen. Quizá calcinen aquello que deseaban atesorar o no puedan abrazar más que a quienes se vistan con tejidos ignífugos, muy difíciles de encontrar.

Yo me he vestido de acero, de resuelta, de sobrada. Me he vestido de independiente, de intolerante, de necesaria. Aquellas ropas no son más que fachada, fajas que protegen mis inseguridades, las grietas de mi alma. Creí tapar mis miedos con la falsa apariencia de metal reluciente.

A menudo me gusta maravillarme con cómo la gente se despoja de sus disfraces y baila desnuda. Cómo yo deambulo en pelotas asumiendo los riesgos y coleccionando más éxitos que con aquella pesada vestidura. El mejor triunfo es encontrar tu necesidad de otros, la posibilidad de que te cojan de la mano y te guíen, sin abuso.

A menudo pienso que debo ampliar mi armario y llenarlo de sedas y gasas, a sabiendas de que recurriré a mi cota de malla, a mi traje de hielo y a mi blusa de fuego... A menudo pienso que es tan complejo vestir siempre de acero, como de pluma.

viernes, 30 de junio de 2017

MÁS DESNUDA QUE NUNCA

Nuevos pensamientos desbordados...


No pensé que fuera a hablar de esto, no creí que llegara a elegir exponerme pero al final, somos impulsos y mi impulso es ser honesta con todo lo vivido.

Cuando supe que estaba embarazada, dibujé el tipo de mujer que no quería ser y lo que sí quería; dándome cuenta ahora de que lo más bonito de todo ha sido vivir mi embarazo libremente, permitiéndome contradecirme, siendo dura, frágil, enfadándome y revolviéndome cuando he querido, aceptando que soy sencillamente una persona.

Me creí durante casi 7 meses una embarazada atípica: no he leído nada relacionado con el embarazo, mis lecturas han sido básicamente femenino- golfas o Harry Potter que, siendo sincera - !Cuánto me costó disfrutarlo esta vez, señor Potter!. Los cambios en mi cuerpo han sido integrados poco a poco e influídos, muchas veces, por personas con las que me he ido tropezando; desde la farmacéutica con la que discutí para que me diera las pastillas con la etiqueta de GESTACIÓN porque ella me trataba de convencer de la existencia de las de PRE CONCEPCIÓN, pasando por quienes me decían "no se sabe si estás gorda o embarazada" y llegando a las sonrisas amables y los cariños espontáneos de quienes se quedan mirando mi ya avanzado panzón. Proceso... cambio.

He tenido miedo, pánico ante cada prueba, por ridícula que pudiera resultar al resto del mundo. Me ha dado miedo desarrollar diabetes gestacional, tener resultados no deseados en el screening, la aparición y permanencia de un bulto aunque luego no fuera relevante. Me ha entristecido entender que tengo más limitaciones que antes, que he pasado por momentos de incomodidad. He querido llorar cuando las cosas no me han salido bien y vociferar las buenas nuevas, los detalles que elegía para mi bebé, que todo el mundo formara parte de las ilusiones que estaba generando.

La ambivalencia ha sido mi mejor compañera. Sentir molestia ante las patadas que, se supone, debía vivir con ternura. Enfadarme al descubrir que no podía escurrir la fregona porque me dolía, que tardo 45 minutos y 20 contorsiones en ponerme los tenis. Adaptarme a no entrar en la ropa. En definitiva, luchar contra todo lo que se "supone" que debería aceptar con amor y que, aunque luego se afronte y resuelva con él, al principio FASTIDIA.

Me sentía diferente porque hasta hace una semana fui un remanso de paz. Una capa de jabón recubría mi cuerpo para que todo me resbalara y me dolió descubrir que el jabón se había secado y que ahora me enquisto ante cualquier dificultad.

He saboreado más que nunca la comida y también he sido un dragón durante la digestión cuando la acidez ha querido venir a empañar mi disfrute. Me he sentido Michael Phelps en la piscina y tortuga en las subidas. Me he sentido cuidada y rechazada. Me he sorprendido y me han llenado de sorpresas.

He aplaudido con las orejas cuando descubrí a mi "gigante azul", un cojín tubular inmenso al que abrazo y con el que tengo sueños maravillosos... mi fiel amigo, mi apoyo, el calor de mi niña... las risas por generarme tanta dependencia.

He pasado horas sentada sin saber en qué estaba pensando, quizá hasta sin hacerlo.... y otras tantas revolviendo el mundo.

Viví la tortura china que ha sido para mí lavar y planchar tanta ropa enana.; la ilusión de los abuelos porque no le falte nada, los celos de los primos, las preferencias de sexos, las confusiones sexuales...

Ahora, cuando más miedo tengo a todo lo que se me viene encima... cuando tiemblo al anticipar el dolor físico, cuando me he adaptado a mi pancita y no quiero acelerar nada, cuando reflexiono sobre la responsabilidad y los cambios que va a producir en mí y en mi entorno esta nueva personita; además de pánico, estoy construyendo confianza.

Tengo tanta fe en la maravillosa capacidad de adaptación del ser humano que, aunque se presente difícil, lo voy a afrontar. Tengo tan claro que he elegido al mejor compañero de batalla, que ya quiero empezar a aprender. Sé que voy  confundirme tantas veces...

Al final, me he dado cuenta de que no soy una embarazada atípica; he descubierto que ante todo, soy una persona enfrentándose a un cambio. Soy, simplemente, un ser humano.

viernes, 25 de noviembre de 2016

RECONOCIÉNDOME

Nuevos pensamientos desbordados...


Y así me paso todo El día, sin saber muy bien si lanzarme hacia mis sueños o atarme a la seguridad.

Ilusionándome con  proyectos que toco y con otros que a veces ni imagino. Acercándome a la tranquilidad que me da el saber lo que va a ocurrir en la predecible monotonía. Abrazando mis miedos.

Lo hago todo el tiempo, casi sin darme cuenta incluso cuando temo reconocerlo. 

Y es verdad que son más las veces que lo hago que las que no. Que cuando no lo hago suele ser por miedo, por egoísmo y por cumplir expectativas que no son las mías... o porquE ni siquiera recuerdo si yo las tenía. 

La confusión, en ocasiones, me puede... me paraliza y no me atrevo... soy incapaz de dejarme caer aunque sepa que terminaré en un abrazo. Lo haGo todo el tiempo y parezco novata en este arte.

Pero ya se acabó. Los miedos no son más que lastres que he querido creerme. Cruces de caminos inciertos pero... ¿Quién vive en certidumbre?

QuIero ser yo misma. Equivocarme con la certeza de que la responsable soy yo. Disfrutar sabiendo que lo alcanzado se debe a mí, a esa capacidad que he descubierto que tengo, a lo que soy, a lo que puedo, a lo que siento...

Reconociéndome en la desnudez. Como me gusta.

Haciendo, justo, lo que este texto esconde. 


domingo, 30 de octubre de 2016

Amisticidio

Nuevos pensamientos desbordados...


Amigo no es número de Facebook. 

Llamamos de pronto amistad a conocer o haber visto una vez, quizá ninguna. Teñimos de amigos a conocidos que no preguntan cómo estás, perdo destacan tu kilo de más. 

Olvidamos que un amigo es un cómplice, son las ganas de abrazar y de besar, minutos que se convierten en horas con sensación de tranquilidad. Un amigo no provoca un "deber ser" o "deber estar" porque siempre es un "querer". 

La amistad de verdad, supone libertad; aceptación sin peros, miradas honestas que hablan solas. Leer entre sonrisas y si no es el momento, buscar la explicación a un mal gesto. Amigo es el que llama porque supuso que algo no marchaba bien, quien espera a que puedas o quieras, a que entiendas o tengas ganas de entender.

No es todo bonito, un amigo también duele. Te abre los ojos en momentos de ceguera pero se queda, aún cuando no quieras ver. Es almohada en la caída y alas en el vuelo. Es compañía.  

La amistad es reciprocidad: estoy y estarás, apoyar y apoyé, sentir y sentimos, vivimos y estamos.

Te propongo poner dos pasos de distancia de esos que te dañan, saber que eres libre de estar y de sentir, entender que lo que mereces es... ser siempre tú. 

No se trata de convertirte en ermitaña, lo que intento es que entiendas que eres más que una diana de críticas, más que una burla a tu espalda, mucho más que el entretenimiento de quien no mira para dentro y se cree con derecho a hacerlo hacia fuera. 

Amistad es relación; lo demás, mera interacción. 

domingo, 23 de octubre de 2016

Bailando...

Nuevos pensamientos desbordados...


Me descubrí bailando.

Porque vivir es bailar, a veces solos y otras veces en compañía.

Bailar es acompañar lo que escuchas con tu cuerpo, emocionarte de verdad con lo que absorbe tu piel, con el vibrar de un tempo, con el sutil susurro que entra por tus oídos y te eriza la piel.

Aprendí a bailar solo, en ocasiones traté de compartirlo pero no quise perder el control y en la lucha pisé y amoraté mis uñas de los pies y otras partes de mi cuerpo, también de sus cuerpos.

Estoy en medio de la pista, quiero bailar en compañía, aprender a hacerlo.

Para empezar el baile, quiero que me mires porque ya resolvimos el lenguaje que crearon tus ojos con los míos. Sé que con una mirada sabremos si el día va de tango o de bachata, incluso si es mejor dejar la danza para mañana.

Que me mires y cojamos aire al tiempo, justo antes de que empiece la música.

Que cojamos aire y confirmemos con el tacto que estamos seguros, que si tiemblo me afiances y si dudas, pueda sujetarte firme.

Ya suenan las baquetas, marcando el ritmo de lo que viene y desde aquí escucho tu corazón nervioso pero, justo late con el mío. Nos acompasamos.

Tenemos que atrevernos, ya conocemos el baile. Parece que es cuestión de confiar, de saber que si necesitas marcarte un sólo, no tendré inconveniente en dar un paso atrás y ya veré si surge girar también en mi soledad, pararme a mirarte o acompañarte en la distancia, bajando la intensidad. Igual, soy yo quien desea girar a solas, sabiendo que tú permanecerás en la pista.

Si te descubro dudosa en el paso, no temas; levanta la cabeza y mírame, déjate llevar que yo seré quien te guíe. Conectados sabremos si el otro anda despistado y no pasa nada, esa es la suerte de compartir.

Cuando bailé solo, me paralicé así que sé lo que se siente y que si nos buscamos, un mínimo gesto ayudará a tu cuerpo a continuar, sin que lo pienses.

Quiero que si percibes que me pierdo, me sujetes firme la cara y me obligues a mirarte, podemos convertir cualquier baile en tango pero, no dejar de bailar.

Y ya, casi lo tenemos, no resultó al fin tan complicado. Hemos danzado por ocho versos y tres estribillos. Mezclamos estilos y paramos en cada cambio a mirarnos, para comprender lo que se nos venía. Te pisé en el rock´n roll, pero sonreíste y descubrí que lo esperabas porque conoces mi cojera, esa pequeña manía que arrastro de mis bailes solitarios.

Y ya paró la música,  te tengo apretada junto a mí y siento, de nuevo, tu corazón latir, acompasado al mío... esta vez de emoción y siento que podemos seguir bailando.

¿Bailamos?